Un rebelde amor tras las sobras de pasión
Llorando por sus
letras ha encontrado el libro asqueroso, escrito en inglés, quien guardo por
años los nombres de los triunfos carnales que ya no quiere glorificar; colapsada
no comprende que las hojas del final son
las narraciones de los pasados y de aquello que lo hace ser el hombre que tanto dice
alabar actualmente….
- ¡Prometiste
quererme con mis demonios y mis fantasmas!
- ¿Qué pasa ésta
noche?
Sigilosa y con rostro
en pedazos responde que siente una enorme angustia y que le resulta difícil leer la lista de nombres… Lecturas
que nunca debió considerar; los hallazgos sorpresivos son las huellas de
aquella cuidad nocturna entre naranja y grises que consoló los abandonos y las violencias…
Se puede ver en ella,
una desilusión por el arte, al fin dimensionan el porqué de algunas letras y fijaciones
del escritor, que se recuesta contra pared color blanco para evocar y pensar
mejor lo que tendrá que contestar, ya no es un hombre de mentiras y tendencias
maquilladas…
- ¡Prometiste
quererme con mis demonios y mis fantasmas!
Continúa
llorando porque anhelaba que el escrito de la semana fuera ésta vez para ella,
en cambio, le escribió a los demonios que se sientan sobre sus hombros maltrechos
por la adicción… Aparece como un espanto la frustración que niega la compresión
del particular tema y desinflada grita:
- ¡Quiero ir a mi
casa!
Casi siempre llorona
huye… Corriendo a media noche, se tropieza por la culpa del afán y los tacones
de frente contra la Luna... Lunática atiende, espera que ésta le mueva la
cabeza y el alma y luego de contemplar media hora junto a la teja rota, regresa
al apartamento… Corre nuevamente y no por el dolor, evade las gotas de la
lluvia…
Medio lavada, con el
cabello inundado, rememora la esquina del primer beso, un borde de cemento
junto a una teja pequeña. Melancólica, es
tomada de la mano y de repente le reiteran lo de siempre, es momento de
excusarse:
- ¡Sus lágrimas me
conmueven!
Fotografía: Nicole
Calderón
Con el libro en sus
brazos, lo aprieta fuertemente, parece
paralizada... Hoy será el día para algunas confesiones, un carta de un mudo que
quiere cantar las melodías de una ciudad entre naranja y grises…
-
Cariño, así te decía, quiero
contarte que todo el tiempo; te mentí.
Aquel enfermo jamás
controló las pasiones, impaciente y en silencio tropezó tanto que ni vergüenza siente,
por ello un ciego percibe que fue necesario cada caída, para construirse; eso sí,
no puede negar que mientras tiernamente cuidabas del hogar, dichoso se aferraba
a otros cuerpos…
- ¡Una incoherente
cuidad no ayuda ¡
- ¡Prometiste
quererme con mis demonios y mis fantasmas!
Adherido salió a
verle y aparentar. Cuando le mira y le besa siente el olor del pecado… Lo inevitable
sucedía cada semana, imposible ser un espécimen leal…
-
Enamorada, creo perdiste tiempo...
Sin crueldad, todo
pareció ser una estación del camino y confiesa que las caderas fértiles bloquearon
las razones.
- ¡Se empalma, la
menea y la espuma emerge, se descargó!
Descaradamente se arropó
con profesoras, amantes y otros demonios. Ni siquiera rechazó la veterana del
piso de arriba… Cuando quedaba solo en las mañanas, no permitía enfriar las sábanas
y las noches de visitas familiares; consumía un poco de polvo blanquito para visitar las felatrices
del centro…
- ¡Se empalma, la
menea y la espuma emerge, se descargó!
Nunca fue de esos
hombres, interesados por el hogar; en sus sueños únicamente habitó una sonora motocicleta
color verde… Como si fuera un canalla, engañó y brindo sobras en las batallas que no ha ganado… Aferrado a necesidades básicas le despidió sin antes
recordarle que le espera cerca a la casa autista donde abundan zonas de moteles
en promoción… Aquél filósofo ama su Grecia y da por finalizado el juego donde
el amor y dolor no debería juntarse.
- ¡Prometiste
quererme con mis demonios y mis fantasmas!
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