Una Abuela del Bosque de los Zorros
9:00 am. Fómeque
celebrando 425 años de fundación y una abuela con 88 años de edad narrando las
historias de la infancia…
Comenta
con dolor que hace poco se le rompió un plato pequeñito y sintió trastorno al
recordar el suplicio de la crianza, en la que le pegaban con pencas de fique;
experimentó susto pensando que alguien o algo vendría a pegarle.
-
Sufrimos mucho dominio de los mayores,
agrega.
En
sus tiempos alumbraba con un tizón la habitación, pensando en espantar las culebras
enchipadas en las cobijas y otros bichos. Nos cuenta que las nuevas generaciones
estamos en el cielo, las tecnologías y artefactos traen comodidad y no sufren
como antes.
9:12 am. Los relatos emergen
la llegada de un Monseñor, que dio un ejemplo de cómo se debería vivir.
Agrega que los jóvenes andan frondosos, pero tendrán
que conocer la vida marchita, con espinas y tropezones, sin embargo hay que
seguir el camino, escalón tras escalón. No
cuenta mentiras, sus narraciones fueron la vida y obra que le toco, en la que dormían
sobre juncos de vástagos de nueve cabuyas; que su madre, la abuela Soledad
Torres elaboraba para llevar a la venta en el municipio de Choachí Cundinamarca,
pasando las travesías de los puentes colgantes y los caminos de herradura,
desde la vereda la Chorrera de Fómeque, pasando por la unión y subiendo entre
potreros.
9:15 am. Cierra sus
ojos, se pasa sus manos con arrugas por
sus cabellos negros y suspira trayendo las anécdotas.
Hoy en día muchos no creerán
los sufrimientos, pero la orfandad le abrigo a los 7 años de edad.
-
La vejez trae mucha experiencia...
Empezó a trabajar a
corta edad en casas meciendo los niños en donde su pago era unas botellas de
leche o algunas papas. Comenta que no ha perdido la cabeza, bendice a dios por
la memoria, paciencia e inteligencia para convivir con la familia y sus
vecinos.
-
¡Se percibe en sus años un corazón blando,
que sabe perdonar!
Vio la montaña
resbalarse; en sus épocas no existían caminos, llamaban eso unas trochas llenas
de lodo, en las que se quedaban enterrados las bestias, las patas y las cargas.
Fotografía: Aldemeyer González
Cada quien debe sufrir
y esperar su recompensa, según ella las mujeres atienden a sus esposos con dos
piedras en las manos, no muestran una cara con cariño y los hombres con sus
vicios perjudican el hogar… Considera que la cabeza es para pensar y el cuerpo
para sufrir, por ello el sacramento del matrimonio se debe trabajar todos los
días…
10: 40 am. Toma el
matamoscas y con astucia se acerca y acaba con un mosco del verano, que ha
venido a rondar la tasa esmaltada llena de café.
Actualmente
se pinta sus cabellos y no hay día que no se peine y se haga la carrera, pues
ella es de las que considera que para ir al templo, hospital, colegio, alcaldía
y juzgados se debe ir con la mejor pinta; canta:
-
“La ropa la buena moza, la plata la
caballera y yo como no la tengo no valgo ninguna cosa”.
Veterana
copla de la vereda de Guachavita. Afirma con fuerza que hay que arreglarse
todos los días, que es vital siempre bañarse, afeitarse y peinarse, de esa
manera a donde se llegue lo invitaran a sentarse.
Narra que los niños
compañeros de sus hijos eran catalogados en la escuela, como niños sucios, el aseo
es un legado del Monseñor; proclama que ante el alcalde, los curas y los
doctores se le ve respeto y cariño.
En la mayoría de sus diálogos
llega al punto de la paciencia; siempre el ayudar a los padres traerá consigo alegría
y riqueza para el cuerpo y el alma.
11:00 am. El sol
abrigador se arrima por la ventana y ella se asoma por el balcón.
Ahora
conmemora los muertos que ha enterrado y con fortaleza afirma que no se debe llorar;
se tiene que cumplir la misión con ellos, nada de show y aguas verdes; las
cosas se hacen a tiempo y en vida, pero enfatiza que es necesario pagar misa por
las almas… Creé que en la otra vida se pagan cuentas y que uno se debe ir con
el cuerpo alentado y alma perfecta, rezar sin maldecir…
Entre
las altas temperaturas que han llegado; confirma que no habían arboles por los
caminos, y que su amado Monseñor le enseñó elementos trascendentales para la
vida y con un nudo en la garganta lo despidió tomando su muñeca, pues celebra
las cruzadas, confesiones y retiros, y con gran aliento agradece su labor.
11: 22 am. Los medios
de comunicación celebran un año más del “Bosque de los zorros”.
Mi
abuela, debajo de la vereda de la Margarita subía hasta donde doña Delfina para
ayudarle y los días de mercado del Jesús Maestro, llevaba el terrón de sal, las
panelas, grasas y carnes y jamás olvida la pizarra; una tablilla donde aprendió
los números y las vocales, hoy disfruta que en mi pizarra escriba su vida y aventuras….
Meditabunda se cuestiona porque hay
tantos cojos en el pueblo y me invita a seguir yendo al templo…
Síqueme en mis redes: Aldemeyer González
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