¿Centros de felicidad?

¡Oh! Centro Comercial. Todo el comercio en un lugar. Hay espacio para todo. Videojuegos, comidas, bebidas, sexo, cine y demás. Son amplios. Homosexuales, gordas, flacas, altos y bajitos ingresan. No hay rechazo por la diferencia. Al gay le tiemblan los tobillos al caminar ¿Por qué el temblor? Dopamina irregular. Feminidad de estrógenos. Todos encuentran identidad ¿Cómo? Pago a cuotas.  Con kilos de mas las fajas no faltan y los otros alimentan sus egos. Las grandes marcas los refuerzan.

Las marcas venden. Venden FELICIDAD, comodidad y belleza. Poco importa el producto criollo. Todos pagan y pasan, yo soy el raro. Los colores combinan, es temporada de bordados. Las tendencias amarillas, azul y café miel brillan tanto como el piso. Hay laberintos que geométricamente no permiten la salida con facilidad. La limpieza es vital. Es un centro de ilusiones, de anhelos, de ideales, no se permite la basura. Alarmas y pitos suenan, el tren de niños pasa.

El brillo del piso proyecta ropa interior. Ella maravillada ve la MODA ¿Por qué su sonrisa? Todo debe brillar, relojes, zapatos, maletas y accesorios ¡Sus ojos brillan! ¿Qué encuentra aquí? Alardean tomar café en Juan Valdez, el sótano en medio de vigas les complace. Aquí el café sí es importante ¡El café en casa no tiene reconocimiento! El aseo vuelve, con delicadeza levanta la más mínima migaja. Entre todos, tomo asiento. Escucho el murmullo, es un río de piedras, pero la piedra se reprime, acá siendo un lugar masivo todos se portan bien. De alguna manera es un centro inquisidor. El celador alerta esta. La cámara enfoca. Tengo que disimular. ¡Lalalalala!

Fotografía: Aldemeyer González

Alucinó luego existo. Siento miedo de caer del piso alto, la baranda es corta. Muchos se encuentran. Besos y abrazos se dan, aparentan felicidad. La sesión de fotos inicio, los demás debemos saber, quién, cómo y cuándo, fue o está en el centro comercial. Ninguno tiene afán ¿Cuánto tiempo? Yo quiero salir, me siento como el robot WALLY, acá todos son robot EVA. Las faldas y uniformes se apoyan. Pierden el estrés, dejan de pensar en preocupaciones. Acatan con sumisión las señales.

El tiempo pasa, con tanta luz artificial de día, no hay presunción del tiempo. El molesto tren vuelve a pasar ¡Trencito de porquería! Hay hacinamiento, pero la arquitectura y tecnología no permite un mal olor. Nunca huele a mierda y veo muchos culos ¡Los padres se vanaglorian con sus hijos! Las vitrinas alimentan su psique. Son todos foto publicitaria, la familia feliz. Muchas me saludan, con tanto contacto la coquetería es normal. No sigo las masas.

La morena me pica el ojo, es llamativa. Dentro se percibe seguridad. Nadie está a la defensiva. Las sonrisas no paran. Todos se tratan bien.  Parece sentirse un ambiente de armonía. Los vendedores (a) mantiene la estética, hay educación, educación hiper-consumista. Al fin afuera, la realidad real. No soy de aquí, soy de allá. Las noticias me informan que hoy a la misma hora que pensaba en la armonía del lugar, en otro centro de felicidad a alguien se le salió la piedra ¿Qué felicidad venden? ¡Hasta el próximo encuentro!

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