¡Un político con esencia de papa!

Francisco un pastor de afecto. 

- ¡Millones de ostias! 

Afiches, gorras, fotos y rosarios, se venden como pan y vino, hasta yo quiero el recuerdito. Otros (a) heridos por pasados y crianzas dolorosas, no están abiertos a críticas. Se emanan luchas entre credos.

- ¿Fanáticos violentos? 

Años de desgracias populares no son culpa del papa. 

- ¡Parece fácil culpar al otro! 

Un dilema de creer o no, no es representativo, pero rechazar el amor, bondad y fraternidad sí.

Pasados poco amables explican nuestro presente. 

- ¿Quién se pregunta por los políticos? 

- Apellidos de expresidentes que por décadas parecen no hacer nada. 

Nosotros hemos encomendado todo pensamiento y acción en ellos. 

- ¡Sin reconocer que no hemos cambiado como sociedad! 

Emprendedores para hackear, pero para crear, no sé qué pasa. Nos llenamos el cuerpo y esa alma, algo sucia, pregonando que somos buenos. Detrás ofendemos a los demás. En redes sociales promocionamos la xenofobia. 

- ¿Tenemos excesos de maldad? 

- ¿Dónde está la misericordia?

Fotografía: Yaneth Silva 

Por estos 4 días bíblicos con Francisco se debe gestar a toda marcha una profunda reflexión. Dejar de cargar todo en el otro, ese otro es un yo, un reflejo del espejo. En esa medida nuestros políticos son igual que nosotros. 

- ¡Corruptos, hipócritas, descarados, aprovechados y mentirosos! 

- ¿Somos ovejas? 

Lobos disfrazados, que perdimos la alegría y la esperanza. 

- ¿Vivimos un engaño? 

- ¿Perdemos lo valioso de la existencia? 

Tercos seguimos, sin pensarnos por un instante la prosperidad.

Meditando entre sabanas, el mejor político que concibo es el papa, desinteresadamente propone  el  bienestar de los pueblos. 

- ¿Se preocupa por la calidad de vida? 

- ¡Comparte el pan y el vino con todos! 

No le interesa vanagloriarse, es un hombre austero y sencillo. No lo tiene todo, pide que oren por él. Oraciones energéticas que lo mantiene de pie con 80 años de bondad. Un ser de luz que piensa en el interés común, un ser corriente que sangra como todos, que llora, canta y ríe.

Por estos nuevos tiempos de paz, todo está en nuestras manos. 

- ¡Poder cambiarnos! 

Intentar ser mejores, dejar a un lado la malicia indígena, que busca en todo momento el quiebre del otro. 

- ¡Hacernos los dormidos, ciegos, sordos y mudos cuando el otro necesita de mí!  

Juntarnos como ovejas, o hermanos en un rebaño que tenga fraternidad, donde todos, todos cabemos. Un encuentro con el otro, que no es tan distinto, en el fondo buscamos el mismo principio. 

- ¡Hasta pronto Francisco! 

En Roma después del ángelus nos sentaremos a tertuliar. 

- ¡Gracias por las bendiciones!

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